viernes, 30 de diciembre de 2011

Jenni Lake, quien no llegó a cumplir los 18 años dio a luz a su bebé y después falleció.




La enfermera de la tarde repitió las palabras de la joven en su peor momento: “Ya terminé,  hice lo que debía. Mi bebé llega seguro”.
Jenni había renunciado a un tratamiento con quimioterapia para salvar la vida de su pequeño.
La adolescente quedó embarazada de su novio Nathan, de 19 años, cuando le habían dicho que por la quimioterapia no podía tener hijos.
El tratamiento era para combatir el cáncer cuyos tumores se encontraban en  el cerebro y la columna vertebral.
Cuando anunció su embarazo le indicaron que “las repercusiones del tratamiento podían ser fatales para su bebé.” Jenni prefirió tener a su hijo y abandonó el tratamiento.
La familia y amigos de la  adolescente afirmaron que “su decisión fue por amor. Cuando se enteró de  su embarazo dejó de pensar en ella y lo hizo por su hijo, y su legado está centrado en el sacrificio, no en la tragedia.”
A Jenni le hicieron una biopsia el 15 de octubre de 2010, y cinco días después le diagnosticaron tres tumores en el cerebro y tres en la columna vertebral,  y los médicos le dijeron que su caso era raro, porque el cáncer se había extendido desde el cerebro a otra parte de su cuerpo sin presentar síntomas.
Su madre con el rostro entre las manos dijo “¿Sabes lo difícil que es ser madre y saber que ella está enferma y no hay nada que puedas hacer.”
“En marzo de este año, los tumores  habían comenzado a disminuir.”
“Jenni no mostró arrepentimiento por su decisión,  ni siquiera en las últimas semanas de su embarazo cuando ella se fue debilitando, y cuando empezó a perder la visión por el cáncer  que seguía  su curso.”
Las últimas palabras de Jenni  fueron con su hijo a su lado: “Pude verlo”

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