martes, 15 de noviembre de 2011

Muere Alfonso Cano.

COLOMBIA

Es la guerra: Dado de baja Alfonso Cano.      

por Miguel Suárez, 
Radio Café Stereo  


(05/11/11). Según noticias provenientes de Colombia, Alfonso Cano,
comandante de las Farc-EP, fue dado de baja luego de mas de 7 horas de
intensos bombardeos al campamento guerrillero de Cano en el departamento
del Cauca.  Juan Manuel Santos, el responsable de los mas de tres
asesinatos de jóvenes para presentarlos como guerrilleros dados de baja en
combate, salio ante la prensa declarando día de sus fueras de ocupación por
la osadía de luego de toneladas de bombas haber asesinado a este dirigentes
popular.  
Es el mismo error de siempre, cuando piensan que asesinado a un
dirigente popular se acaban las causas que dieron origen al conflicto
colombiano.  
Dentro de la estrategia de desmoralizar a las tropas
bolivarianas, el gobierno y sus medios presentan la noticia como el fin del
fin, dejando el mensaje de que luchar contra la oligarquía no da resultados
y que lo mejor es agachar la cabeza y aceptar las atrocidades y barbaries
de esta sin revirar.  Como cuando los españolas descuartizaron a Jose
Antomio Galan, fotos del cuerpo sin vida y visiblemente afectado por las
bombas químicas sobre el lanzadas, son expuestas al publico buscando
escarmentar al pueblo.  A Galán le descuartizaron, la cabeza, que fue a
Guaduas; un brazo al Socorro, el otro a San Gil, una pierna a Mogotes y la
otra al Puente Real, pensaron que con esto aterrorizarían al pueblo que no
continuaría su lucha, pero se equivocaron, vinieron mas Galanes, como
Marulanda, el Mono Jojoy, Cano, etc.  
La oligarquía en general se muestra
alegre y celebra el hecho, ya es ese ejercito bolivariano, el único
opositor serio a sus practicas terroristas y apátridas.  En la historia
del conflicto colombiano, muchos dirigentes populares, como Alforzo Cano,
han sido asesinados por la oligarquía colombiana, Jorge Eliecer Gaitan,
Jose Antonio Galan, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro,
etc, etc, y las luchas del pueblo colombiano han continuado, ya que como
decía Ernesto ?Che?, Guevara, otros continúan la lucha.  Para algunos
comentaristas, el asesinato de Cano es un indudable golpe militar que no
determina el fin de la guerrilla ya que las causas que dieron origen al
movimiento guerrillero no se han acabado, es mas se han profundizado y en
muy pocos días las Farc-EP darán a conocer el nombre de su nuevo comandante.

Es la guerra, es el conflicto colombiano donde de bando y bando caen los
hijos del pueblo colombiano y no los de la oligarquía, ellos no sienten la
guerra, la del hambre ni la de las balas por eso se empecinan en
continuarla ya que ellos, la oligarquía se enriquecen con la guerra.  Toma
de nuevo vigencia el llamado de Cano y en general de las Farc-EP, de buscar
una salida negociada al conflicto político social y armado que vivimos los
colombianos. 
El significado del asesinato de Alfonso Cano, líder de las
FARC-EP  [Alfonso Cano, líder de la lucha contra el saqueo y
empobrecimiento, asesinado por los bombardeos químicos del régimen
colombiano] Alfonso Cano, líder de la lucha contra el saqueo y
empobrecimiento, asesinado por los bombardeos químicos del régimen
colombiano  
Después de más de 30 años de lucha guerrillera, el máximo jefe
de las FARC-EP ha sido asesinado. Murió combatiendo, como un guerrillero
raso más, mientras que quienes lo mandaron a asesinar, la élite dorada,
jamás subieron al monte ni han puesto a uno sólo de sus hijos al frente de
la batalla. Este era un desenlace que se veía venir, ya que desde el 2008
Cano se enfrentaba a una presión militar impresionante: 6000 tropas de
élite contrainsurgentes a su caza, cerco militar en el sur del Tolima y
Cauca, bombardeos indiscriminados en toda esa región. Y finalmente lo
?cazaron", no en Tolima como esperaban, sino en Cauca. El procedimiento fue
típico: inteligencia militar (con apoyo decisivo de la CIA), bombardeos,
desembarcos desde helicópteros y orden de asesinar, no de capturar.  Este
procedimiento, en flagrante violación del derecho internacional
humanitario, está en plena concordancia con el componente de la guerra
sucia del Estado colombiano llamado ?Plan Burbuja", según el cual hay que
golpear a los mandos guerrilleros para provocar un proceso doble: por una
parte, estimular las deserciones, por otra, producir un fenómeno de
?bandolerización? por la pérdida de los mandos político-militares y
desestructuración de la cadena de mando (lo último implica que lo que
realmente preocupa a la oligarquía no es ni la violencia ni la seguridad de
los ciudadanos, sino conservar el poder a toda costa).  
La muerte de Cano es un golpe militar indudable a la insurgencia, que por primera vez sufre
la baja de su líder máximo. No solamente es un golpe por el enorme aprecio
que le tenían los insurgentes, sino por el genio político-militar que
demostró en su período al mando. En el 2008 los medios, con su normal Las
ignorancia de los temas del conflicto, especulaban sobre el supuesto
conflicto en las FARC-EP entre el ala ?militar? supuestamente liderada por
el Mono Jojoy, y el ala ?política?, supuestamente liderada por Cano, al que
se le mostraba como un ideólogo dogmático sin experiencia militar
significativa. 
Sin embargo, la realidad demostró lo espurio de los
supuestos en los que se sustentaron estas tesis. Cano demostró una visión
militar superior a lo esperado por los opinólogos, logrando una
reorientación estratégica de las FARC-EP que las llevaron a recuperar mucho
del terreno perdido desde la implementación del Plan Colombia, adoptando
una postura de ofensiva estratégica en vastas zonas del país que se aprecia
en los contundentes golpes dados por la guerrilla en el período 2009-2011.
También en lo organizativo, Cano supo descentralizar la organización para,
por una parte, facilitar el trabajo político de masas y por otra, para
absorber mejor los golpes del Plan Burbuja sin que se resintiera el
conjunto de la organización.  
Las FARC-EP con estructuras más
descentralizadas y flexibles, asimilarán con toda probabilidad este nuevo
golpe y recompondrán las estructuras de mando para llenar este vacío. Es
muy probable que el mecanismo de sucesión de mando previamente establecido
(Cano estaba bien conciente de que su asesinato ear inminente) ya esté
andando y que el sucesor sea Iván Márquez.  Pero lo que está claro es que
la resistencia de las FARC-EP a este embate no depende solamente de lo
militar sino, fundamentalmente de lo político, y en esto Cano también supo
abanderar una orientación política que lo demostraron como algo distinto a
ese personaje obscuro y ortodoxo descrito por los medios. Logró controlar
los enfrentamientos entre estructuras farianas con estructuras del ELN en
diversos puntos del país. No solamente eso: también logró un pacto
estratégico con esa organización lo cual ha fortalecido a ambos sectores
insurgentes. También supo entender el contexto actual de movilización
popular, defendiendo un proceso de negociación política al conflicto que
permitiera articular las demandas de los diversos sectores populares
subordinados. De una u otra manera, buscó formas de que las propuestas de
la insurgencia volvieran a instalarse en la mesa como parte del debate
político, más allá de temas como el acuerdo humanitario o el proceso de
paz, actualizándolas con nuevas lecturas políticas y nuevos análisis de la
realidad nacional e internacional. En este sentido, Cano demostró un
liderazgo político-militar que permitió un salto estratégico de la
organización guerrillera.  
¿Morirá todo este trabajo hecho en el último
tiempo con Cano? Aún cuando el asesinato de Cano repercutirá en las filas
insurgentes, difícilmente ocurrirá tal cosa. El último informe de la
Corporación Nuevo Arco Iris (?La Nueva Realidad de las FARC?), publicado en
Agosto, da cuenta de ello, cuando afirma que aún cuando la muerte de Cano
sea inminente, ello difícilmente significaría el fin de la insurgencia o
aún un escenario de desplome acelerado. Esta afirmación se sustenta en los
hechos por varias razones: primero que nada, porque Cano no tomaba
decisiones solo sino como parte de un cuerpo colectivo, el Secretariado
Mayor. Se equivoca el establecimiento colombiano cuando cree que las
FARC-EP son una organización sustentada en liderazgos carismáticos. 
El asesinato del Mono Jojoy (una figura de un carisma mucho mayor que el de
Cano entre los guerrilleros) en el 2010 así lo demostró ?no hubo
deserciones en masa y el Bloque Oriental mantiene la presión militar. Lo
mismo pudo decirse del fundador de las FARC-EP, Manuel Marulanda, cuya
muerte también se especuló produciría un desmoronamiento de la organización
?cuando ocurrió en realidad todo lo contrario, un restructuramiento de la
organización y un fortalecimiento organizativo. Pero tampoco será ese el
escenario porque las orientaciones políticas que han enfrentado el intento
de ?aislamiento político? de la insurgencia, así como las estructuras que
han permitido el reacomodo estratégico de las FARC-EP al nuevo escenario de
guerra, dominado por el poderío aéreo del Estado y el perfeccionamiento de
la inteligencia militar, ya están instaladas y andando. Y han demostrado
ser efectivas [1].  Digamos que con la muerte de Cano la insurgencia
pierde un gran dirigente, pero ni pierde la razón de ser ni su norte como
organización. La orientación de Cano, ha sido parte de una orientación
colectiva que demuestra el dinamismo de la insurgencia de cara a una
ofensiva militar sin precedentes por parte del Estado, así como el carácter
orgánico de la guerrilla colombiana. 
Si bien Cano es el máximo dirigente
asesinado, varios otros líderes han sido abatidos en el último tiempo
gracias al Plan Burbuja y el efecto esperado por parte del Estado
(desplome, desmoralización, bandolerización y deserciones masivas) no ha
ocurrido. Y no ocurrirá porque las fuerzas que alimentan al conflicto
siguen ahí, y la insurgencia conserva fuertes raíces en la Colombia rural
pese a la campaña de exterminio y desplazamiento masivo del Estado
colombiano, que llaman ?consolidación territorial". Y porque la insurgencia
en Colombia es una insurgencia de carácter orgánico, no basada en caudillos
carismáticos. Los movimientos insurgentes de carácter orgánico como las
FARC-EP han sabido sobrevivir y aún fortalecerse después de la muerte de
sus dirigentes, como ocurrió con el PKK tras el arresto de Abdullah Ocalan,
o con el FSLN tras el asesinato de Carlos Fonseca, o con las guerrillas
africanas PAIGC o Frelimo, tras el asesinato de sus respectivos dirigentes
Eduardo Mondlane y Amilcar Cabral. Y su martirio en ocasiones logra
fortalecer la moral y redoblar la resolución de lucha de los rebeldes, con
lo cual podría haber un efecto boomerang.  
Santos, sobre el cadáver del
adversario abatido profiere vivas a Colombia, sin dejar en duda su
concepción de país donde el poder se reafirma con ofrendas de sangre. Dice
que el ?crimen? no paga (confundiendo rebelión con crimen), mientras el
país se asfixia en la corrupción promovida por familias cuyas fortunas han
sido amasadas mediante el asesinato, el desplazamiento, el robo de tierras
y la entrega de los recursos naturales mediante pactos fraudulentos. Los
medios reproducen partes triunfalistas en que, ahora si, se nos vuelve a
decir, que estamos en el fin del fin, no en el fin inmediato, sino que en
la recta final, etc. Mientras hasta hace unas semanas se quejaban de una
guerrilla envalentonada y un ejército desmoralizado, hoy día afirman que la
guerrilla está desmoralizada y que este golpe desmiente la tesis
?maliciosa? de la desmoralización castrense. En realidad, esta victoria,
por las razones más arriba expuestas es pírrica, y difícilmente alterará el
curso del conflicto según se ha delineado en el curso del presente año o
mejorará sustantivamente la moral de la tropa cuya baja se encuentra, como
hemos afirmado en otra ocasión, en la naturaleza misma de esta guerra sucia
tan degrada. Antes bien, este nuevo triunfalismo (mucho menos pronunciado
que el triunfalismo tras la muerte de Raúl Reyes) podría jugar en contra de
esa moral cuando el fin del fin no llegue.  Pero no sería correcto afirmar
que nada cambiará en el nuevo escenario post-Cano; es indudable que este
golpe tendrá efectos. 
El periodista Alfredo Molano advirtió que esta
victoria militar puede convertirse en una derrota política. Tal cosa no
parece ser descabellada porque quedan claras las intenciones de ?paz y
diálogo? de Santos, quien ha posado como el presidente de los ?derechos
humanos?, abierto a la ?negociación?. Será mucho más difícil sostener tal
cosa para socialdemócratas como Medófilo Medina, Pacho Galán, León Valencia
u otros que se han mareado con la ?voluntad de paz? del gobierno, después
de esta acción, pues ¿cómo hablar de paz mientras se asesina al
interlocutor? 
Pongamos el caso irlandés como ejemplo: el Estado británico
estuvo dispuesto a dialogar con la insurgencia (el IRA) y por ello, aunque
tenían localizados plenamente a los líderes políticos del movimiento, no
los asesinaron para permitir ese espacio de negociación. Tal cosa no ocurre
en Colombia, precisamente porque la voluntad de paz o de diálogo no existe.
Lo que se busca es el exterminio de los posibles negociadores para lograr
la desmovilización. Es decir, la paz de los cementerios, o pacificación sin
ninguna transformación política en el país. El resultado de esta política
lo conocemos bien en Guatemala o El Salvador. Y eso no es lo que la mayoría
del pueblo quiere para Colombia.  El gobierno cierra las puertas al
diálogo ¿cómo reaccionará la insurgencia? Es difícil predecirlo, pero sea
lo que sea, es posible ver un período de agudización e intensificación del
conflicto por delante pues no parece ser una opción cruzarse de brazos o
seguir reiterando llamados al diálogo y la paz que caen en oídos sordos. Si
el gobierno demuestra su voluntad de profundizar la vía militar, entonces
es ella la que se profundizará, y sabemos lo que esa vía tiene para ofrecer
a Colombia en el marco de la guerra sucia.  El gobierno no entiende el
carácter orgánico de la insurgencia, pero si entiende el carácter social
más que militar del conflicto. Por eso es que en estos momentos en que
repunta la lucha popular, con los estudiantes, obreros petroleros,
trabajadores del transporte, campesinos movilizados, el gobierno se apresta
para profundizar la guerra sucia, buscando ampliar el fuero militar,
estigmatizando y criminalizando la protesta social, reforzando el aparato
paramilitar. 
Saben ellos que el escenario donde se define el combate no es
en el campo de batalla sino que en los campos y calles de Colombia, donde
las masas vuelven a desafiar al sistema y a articular su proyecto
emancipador. Aunque con los resultados de las últimas elecciones locales,
producidas con más de un 50% de abstención, se fortalece de manera
superestructural la ?Unidad Nacional? y el santismo barre con toda
oposición institucional, esa institucionalidad está cada vez más aislada,
es cada vez más vulnerable ante un pueblo al que no se le ha dejado más
opción que luchar. Santos aprueba TLCs que hambrearán a las muchedumbres y
las someterán en una situación aún más desesperada que la actual. Sus
?locomotoras del desarrollo? arrollan y destruyen las comunidades que
quedan a su paso. 
El gobierno de Santos responde a las protestas de este
pueblo de manera militar, con una represión inusitada, pues no saben
responder de otra manera. Y con ello cierra todas las puertas a una
solución al conflicto social que no sea la vía revolucionaria (que no
guerrerista-militarista).  Que no se engañe Santos: su mundo anacrónico de
dogmatismo neoliberal, entreguismo pro-imperialista, de exacerbado
conservadurismo, es un mundo en retroceso. Los tiempos actuales son tiempos
de lucha, de revoluciones, donde las masas vuelven a adquirir protagonismo.
Santos radicaliza el conflicto social y armado, que no es solamente
bombardeos contra la insurgencia, sino una estrategia militar contra el
conjunto del pueblo ?ese es el significado del asesinato de Cano. Pero en
la medida en que se radicaliza el conflicto, las masas colombianas pueden
dar a la oligarquía una buena sorpresa, precisamente en el momento en que
se creen invencibles y precisamente por donde no lo esperan.  

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