miércoles, 13 de julio de 2011

La cuarta pata de la mesa.


NotiColombia Press

TODA MESA TIENE CUATRO PATAS. Más si es una mesa de concertación nacional. Muchísimo más si es una mesa constituyente. Pero la Mesa Constituyente del 91 tuvo tres patas, no cuatro, y por ello lo que en ella se produjo nació patuleca, es decir, coja.
Los avances de la Constituyente del 91 bien se han podido realizar a través de la promulgación de leyes por el mecanismo tradicional. Lo que esperaban los colombianos, hasta el momento del bombardeo a Casa Verde, era que la Constituyente pariera a la luz una Constitución que abordara el tema prioritario: hacer la paz con la insurgencia armada. Y a partir de allí, adelantar todos los procesos económicos, políticos, sociales, para solucionar los ingentes problemas que sufren el país y su pueblo.

POR ESO, Y A CADA INSTANTE, cuando redactaban la Constitución del 91 se tropezaban con que a la mesa le faltaba la cuarta pata. Ni siquiera los malabarismos gramaticales y literarios de García Márquez pudieron remediar tremenda falencia. Todo porque el presidente de “bienvenidos al futuro”, César Gaviria Trujillo (primo del “Don” Pablo Escobar Gaviria), cumplió la orden de los gringos: Bombardear Casa Verde. Y de esa manera impedir la participación de las FARC en la Asamblea Constituyente, en la cual tenía muchísimo que aportar.
Casi 50 toneladas en explosivos lanzados desde los aviones de las fuerzas militares. Miles de balas disparadas para tratar de asesinar a los miembros del Secretariado de las FARC-EP. Miles de soldados lanzados en paracaídas para encerrar al Secretariado y lo que encontraron muchísimos de ellos fue la muerte por las balas guerrilleras, quienes se defendían una vez más de la guerra lanzada contra ellos. Predominaba, una vez más, la visión guerrerista. Predominaba la solución violenta a los eternos problemas que padecían –y padecen aún hoy- los colombianos.

MIENTRAS LAS FARC se revivían en su movilidad de guerra de guerrillas, los participantes de la Constituyente carecían de grandeza moral para exigir la participación de la cuarta pata y sesionar completos en búsqueda de la ansiada paz que todos los colombianos querían. Samper, Gaviria, Navarro, Gómez Hurtado. Enanos ante la grandeza de la exigencia de los colombianos se contentaron con fraguar lo que tras veinte años se ha demostrado es el material que lo componía. Corrupción, deshonestidad, chanchullos, serruchos, violaciones de derechos humanos, neoliberalismo, sangre, mucha sangre inocente derramada por los que le decretaron la guerra al pueblo colombiano.
Los colombianos de bien estamos a la espera de una Mesa con las cuatro patas completas. Por ello exigimos diálogos de paz entre la insurgencia armada –representante del pueblo- y las fuerzas estatales –en representación de la oligarquía y el imperio-, que vayan abordando los problemas que sufrimos los colombianos. Y una vez abordados, y acordadas sus soluciones, llegar a la Mesa Constituyente que refrende en la Constitución los acuerdos logrados.
Sólo de esa manera comenzaremos a transitar los caminos de humanización que nos han hecho extraviar al declararnos la guerra una y mil veces. Sólo así volveremos a ser seres humanos integrales.

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