viernes, 7 de octubre de 2011

Un sindicato internacional de mineros.


Integración regional
Proponen constituir una organización sindical minera latinoamericana
 por Prensa OSMA *
José Leiva, secretario general de la Organización Sindical Mineros Argentinos (OSMA-CTA) y Manuel Muñoz Barrientos del Sindicato de Trabajadores de Collahuasi-Chile, se reunieron en Lima, Perú, con la Especialista Regional en Organizaciones de Trabajadores. La finalidad fue elevarle una declaración manifestando la voluntad de constituir una organización sindical minera latinoamericana.

La iniciativa surgió a los postres de la Reunión Regional sobre Seguridad y Salud Laboral en el Sector de la Minería que tuvo lugar el 26 y 27 de septiembre en Lima, Perú, y del que participó el compañero Leiva por OSMA-CTA. El encuentro fue organizado por la Regional para América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
La convocatoria a la constitución de una organización sindical minera latinoamericana indica textualmente:
1. "Latinoamérica se caracteriza por la constante movilización de las clases y grupos sociales más postergados que levantan proyectos de cambio en sociedades que, durante siglos, han mantenido una injusta relación entre una reducida elite económica y política, poseedora del Estado y aliada al poder de las transnacionales, que se impone a la amplia mayoría de sus habitantes que sólo vive de un salario o sobrevive en medio del consumismo, el endeudamiento, la pobreza y la marginalidad.
2. Sumida en medio de una contradictoria situación por ser una región rica en recursos naturales, compuesta por una población joven, vigorosa y dueña de una rica cultura ancestral, pero con una injusta distribución de la riqueza y con amplios bolsones de atraso, Latinoamérica se enfrenta a la necesidad de superar la crisis del neoliberalismo y del tipo de Estado que lo cobijó, implementando cambios que permitirán la construcción de nuevas estructuras económicas y un nuevo orden político que aseguren el bienestar y la participación a todos sus habitantes sin exclusión alguna.
3. Los urgentes cambios estructurales tienen como requisito la más amplia unidad de los sectores populares tras un proyecto que asegure la democratización de la sociedad latinoamericana. En dicha perspectiva, los trabajadores y entre ellos los mineros, tienen un rol decisivo que cumplir, como parte integrante de los poderosos movimientos sociales que desde la sociedad civil, luchan por poner fin a la exclusión, por una mayor participación en las decisiones políticas y una más justa redistribución de la riqueza, en el marco de una sociedad democrática cobijada bajo parámetros sustentados en la especificidad del subcontinente.
4. Los procesos democráticos desarrollados a mediados de los ochentas y que reemplazaron las crueles dictaduras latinoamericanas, mostraron serias insuficiencias para superar la injusticia social que los grandes propietarios profundizaron, aprovechando los regímenes militares que defendían a sangre y fuego la matriz capitalista excluyente. Inclusive, varios países vieron llegar el neoliberalismo bajo sistemas democráticos que rápidamente eclosionaron por la evidente contradicción entre la necesidad de devolverles los derechos al pueblo y los modelos económicos y políticos que sólo buscaron la acumulación de ganancias para la clase empresarial en un proceso de creciente transnacionalización, apertura económica y nuevas formas de dominio imperial que algunos denominan globalización.
5. Asimismo, en las democracias postdictatoriales la gobernabilidad fue concebida como instrumento apaciguador de las demandas populares, en el marco de un pacto en el que ingenuamente los sectores populares fueron cooptados autodesmovilizándose, en aras de la construcción de un nuevo orden en el, que sin embargo, los trabajadores participaron subordinadamente. Todo ello terminó en una crisis que mantiene en permanente tensión a las sociedades latinoamericanas generándose en muchas de ellas procesos de reversión como son los casos hondureño y haitiano, o de reformas que ubican principalmente en el Estado su eje de rectificación, mientas los actores sociales se mueven en medio de pactos que posponen reivindicaciones largamente sentidas, mientras los empresarios se transformaron en el sujeto hegemónico que acapara utilidades diariamente.
6. Si bien es cierto, las estrategias de desarrollo de los distintos Estados latinoamericanos buscan el progreso en función de encontrar las condiciones materiales que permitan a los pueblos satisfacer sus necesidades y alcanzar la felicidad, dichos modelos exigen a las clases populares y medias, una gran dosis de sacrificios extendidos a los pequeños y medianos empresarios, no así a los grandes grupos económicos y a las transnacionales. En dicho contexto, cualquier posibilidad de pacto social está condenada al fracaso porque, en definitiva, se trata de una cooptación que sólo aumenta la concentración de la riqueza en unos pocos. Nadie puede buscar concertaciones para la gobernabilidad si mantiene intacta la matriz capitalista o sólo requiere a los actores sociales para proyectos neo capitalistas de Estado o en aras de alianzas subordinadas con las burguesías nacionales.
7. Los mineros latinoamericanos estamos conscientes que constituimos un sector importante, toda vez que el persistente atraso de nuestras formaciones económico sociales sólo nos permite incorporarnos a los mercados mundiales sobre la base de exportaciones de materias primas, principalmente de minerales. La esperanza del desarrollo industrial se minimiza por la dependencia con los grandes centros hegemónicos, el régimen de propiedad o el atraso tecnológico, y las contadas excepciones que existen, mantienen altísimos niveles de pobreza y baja calidad de vida en amplios sectores de su población. Además, el avance científico y de innovación de los procesos productivos, han generado nuevos modelos que dejan atrás las formas organizativas y de gestión en la fabricación de bienes y servicios, las que sitúan a la matriz productiva latinoamericana en una especie de prehistoria difícil de superar si no hay un esfuerzo compartido por todas las clases sociales, pero en una nueva redistribución del poder.
En dicho plano, nuestra perspectiva se inscribe en la superación del capitalismo y su reemplazo por un sistema socialista y democrático, erigido sobre la justicia social y la propiedad colectiva de los medios de producción, sin dejar de lado la existencia de la propiedad privada y mixta, pero evidentemente establecido sobre la base de un justo sistema de regulación y de un régimen de gobierno altamente representativo que supere la democracia liberal modernizante y eurocéntrica, y que sea originado en las prácticas sociales de nuestros ancestros indígenas y el mestizaje, así como en la raíz afrodescendiente.
8. Las perspectivas de desarrollo económico en la región ubican a la minería como la gran actividad expansiva y estimuladora del crecimiento, sin embargo, ella se desenvuelve en un marco de privatización, desregulación, deterioro criminal del medioambiente, erradicación forzada de poblaciones y agotamiento de las reservas de agua. Se proyecta sobre la base de una vasta aplicación del conocimiento y la inteligencia artificial que cada vez con mayor fuerza incide en los procesos productivos y de organización del trabajo. La flexibilidad laboral se ha transformado en la gran herramienta de sobreexplotación constituyendo trabajadores mineros de primera y segunda categoría, con la consiguiente atomización sindical y la disminución de la protección laboral. Por otra parte, la propiedad se concentra cada vez más en un pequeño grupo de multinacionales que acomodan la aplicación de las leyes locales, pervierte a los funcionarios estatales, prostituye a las autoridades y corrompe o aniquila a las comunidades originarias.
Sólo la acción de sindicatos poderosos e incorruptibles, aliados al resto de la comunidad y con plataformas programáticas reguladoras, de desarrollo sostenible, seguridad industrial, salario justo y de defensa de la soberanía nacional y popular, podrá revertir la actual situación y evitar que gobiernos corruptos, algunos vistiendo ropajes centroizquierdistas, se presten para que nuestras riquezas naturales y el trabajo de los mineros latinoamericanos, sirvan para el enriquecimiento de grandes grupos económicos transnacionales que actualmente domina gobiernos y organismos internacionales, en especial los financieros.
9. En dicha perspectiva, convocamos a la constitución de una central de sindicatos mineros latinoamericanos, que represente a todos y todas quienes laboramos en los yacimientos, plantas, refinerías y servicios. Organizada al servicio de las trabajadoras y trabajadores mineros latinoamericanos, independiente de su ideología, sexo, nacionalidad, credo religioso o situación contractual y que en la contradicción capital-trabajo sostenga, sin ambages, el partido de quienes aportamos el músculo y el cerebro para que surja un producto social que el mercado transforma en mercancía sin retribuirnos su valor.
Estamos claros que la minería atraviesa una etapa de transición hacia fórmulas de innovación a través de la ciencia aplicada, la que deberá reemplazar, cada vez con mayor celeridad, la preeminencia del ser humano en los procesos y ritmos de la producción minera. La intermediación numérica de la información, la cibernética y la automatización y en especial la robótica, se transformarán en los elementos mediante el cual los empresarios tenderán a reemplazar el trabajo humano, así como la rebelión obrera constituye la principal herramienta para presionar a los patrones, en una permanente disputa que sostenemos por el control social de la producción. En dicho sentido, la lucha de clases se manifiesta en su total extensión y los mineros no la ocultamos, por el contrario, la asumimos con responsabilidad.
10. La organización de mineros latinoamericanos que convocamos a formar, deberá homologar e impulsar un tablado sectorial y regional para el período, en la perspectiva de mejorar los aspectos salariales, de seguridad industrial y salud, de condiciones laborales, habitabilidad, previsión social, capacitación y otros derechos. De la misma manera, cada organización sindical nacional deberá sintetizar los programas reivindicativos que junto a los elementos regionales constituirán la plataforma de lucha de los mineros latinoamericanos.
11. Reafirmamos los ocho puntos contenidos en la declaración sindical minera de Lima del 26 y 27 de septiembre de 2011, entendiendo que constituyen el marco de referencia más preciso levantado por un conjunto de organizaciones sindicales mineras latinoamericanas y que debe servir de contexto para la construcción de un programa mínimo.
12. Con relación a la situación chilena, señalamos que hay tres elementos que configuran la explotación minera:
a) una sobreexplotación de los recursos naturales.
b) Un sobrexplotación de los trabajadores.
c) Un deterioro irresponsable del medio ambiente.
13. En este sentido nos interesa relevar que la precarización de las leyes laborales, que no permite la sindicalización efectiva, manteniendo leyes que le permiten al empresario y los patrones que las organizaciones sindicales no tengan una negociación colectiva real que les permita un real equilibrio para obtener beneficios para ellos y mejorar las condiciones de vida de su pueblo, por eso es que no nos desagradan las leyes propiciadas por organismos internacionales que buscan mejorar las condiciones de seguridad en las minas o en otras áreas de la producción pero estamos consciente que solo la lucha y la unidad de los trabajadores permitirán ese tan caro objetivo, como lo demuestra nuestra historia sindical, la cuna del movimiento de los trabajadores chilenos y sudamericanos", finaliza el documento que lleva la firma de Manuel Muñoz Barrientos; Presidente Sindicato Collahuasi, Iquique–Chile.
* Equipo de Comunicación de la Organización Sindical Mineros Argentinos (OSMA-CTA)

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